El proceso de benchmarking es una práctica de analítica de datos que implica para las instituciones de educación superior evaluar sus propios métodos y resultados frente a los de otras universidades, identificando áreas de mejora y adoptando las mejores prácticas para alcanzar un alto nivel de excelencia.

Al realizar benchmarking, las universidades obtienen una perspectiva clara de su posición en el mercado educativo, lo que les permite establecer objetivos más claros y estrategias para lograr la mejora continua en la calidad de la educación, la gestión institucional, los objetivos de crecimiento, la satisfacción estudiantil, entre otras estrategias clave.


Los beneficios del benchmarking son múltiples y significativos.
Primero, promueve la autoevaluación y el autoconocimiento institucional, ayudando a las universidades a entender mejor sus fortalezas y debilidades en comparación con sus competidores.

Segundo, facilita la adopción de las mejores prácticas y tecnologías innovadoras, lo que puede traducirse en una mejora de la eficiencia operativa y académica.

Además, el benchmarking puede mejorar la toma de decisiones estratégicas, fomentar un enfoque más centrado en el estudiante y aumentar la competitividad de la universidad en el ámbito nacional e internacional.


6 señales que indican que es momento de hacer benchmarking en una universidad:

1. Disminución en la matriculación de estudiantes: Una reducción en el número de estudiantes puede ser un indicativo de que la oferta académica está desalineada con las necesidades del mercado. El benchmarking puede ayudar a identificar y adoptar estrategias de éxito utilizadas por otras universidades para atraer y retener estudiantes.

2. Bajos índices de graduación o retención: Si una universidad observa que sus índices de graduación o retención de estudiantes están por debajo del promedio sectorial, es crucial realizar un benchmarking para comprender las políticas o prácticas que otras instituciones exitosas están implementando para mejorar estos aspectos.

3. Insatisfacción estudiantil: La retroalimentación negativa de los estudiantes sobre la calidad de la enseñanza, los recursos disponibles, o la experiencia universitaria en general, sugiere la necesidad de un benchmarking para identificar y adoptar prácticas que mejoren la satisfacción y el compromiso estudiantil.

4. Necesidad de innovación tecnológica: La rápida evolución de la tecnología educativa presiona a que las universidades se mantengan al día con las herramientas y métodos de enseñanza más efectivos. El benchmarking puede revelar cómo otras instituciones están integrando con éxito la tecnología.

5. Cambios en la demanda del mercado laboral: Las universidades deben asegurarse de que sus programas y cursos sean relevantes para las necesidades del mercado laboral actual. El benchmarking con instituciones que tienen altas tasas de empleabilidad entre sus graduados proporciona lecciones valiosas sobre cómo alinear los currículos con las expectativas del mercado.

6. Presión competitiva: En un entorno educativo cada vez más competitivo, las universidades que notan una pérdida de posición o reconocimiento en rankings nacionales o internacionales deben considerar el benchmarking como una herramienta para identificar áreas de mejora y estrategias para recuperar o mejorar su posición en el mercado.

Realizar benchmarking permite a las universidades no solo identificar dónde necesitan mejorar sino también cómo pueden innovar y avanzar hacia un futuro más exitoso y sostenible en el ámbito educativo.

Descubre Benchlab, nuestro portal de inteligencia de mercado que reúne información procesada por expertos, actualizada y disponible las 24 horas para que los tomadores de decisión de las universidades aborden sus retos con impacto.

📆 Agenda una demo haciendo clic aquí.